E L  P A I S A J E  C O N M O V I D O - Erika Breton - 2017

M Á S  A L L Á  D E  L A S  I M Á G E N E S - Andrés Girela Baena - 2016

M O V I M I E N T O S - Eric Barbier - 2015

L A  D A N S É E  T O U R N U Y A N T E - Alain Raguet - 2015

É D I T I O N S  R A F A E L  D E  S U R T I S - Paul Sanda - 2012

C V




M Á S  A L L Á  D E  L A S  I M A G E N E S

Lo primero que llama la atención al adentrarse en el trabajo de Elena Peinado es la apertura a un mundo ecléctico de aparente caos que seguramente proceda a la vez de una indecisa búsqueda por encontrar una visión propia y de sus ansias de experimentar con los diferentes procesos fotográficos que se le ofrecen. Así, pasamos del trabajo de laboratorio en blanco y negro utilizando películas forzadas o muy contrastadas, como la technical pan, al uso de papeles lith, solarizaciones, Cibachromes, películas infrarrojas blanco y negro y color, procesos de revelado invertidos, o el empleo de películas caducadas; hasta su más reciente trabajo en formato digital en el que experimenta con el
gesto o movimiento al tomar la imagen.

Sin embargo dicho caos es en efecto solo una apariencia. Inmediatamente percibimos un rasgo común, un hilo conductor que como el de Ariadna nos adentra irremediablemente en un mundo propio, en una visión particular y profunda de la realidad, ofreciéndonos quizás su cara oculta, aquella que en lo cotidiano escapa a nuestros sentidos. Sus imágenes, sean del periodo que sean, se mueven en una especie de realismo imaginario más propio de la pintura que de la fotografía, sin que lleguemos a saber si lo que observamos existe o es más bien fruto de una encantación de Morfeo. Penetramos bajo los aspectos superficiales y aparentes de la realidad para ir, como en lo onírico, a un más allá, dejando entrever el misterio que esconden las cosas.

En su trabajo, el mundo se mueve entre el sueño y la realidad, entre la nitidez y el desenfoque, entre el movimiento y la quietud, como en una indecisión del tiempo y del espacio. Sus imágenes hablan tanto de la belleza como de la desaparición, del misterio del instante, como de la lenta e inevitable descomposición del mundo.

En sus comienzos Elena Peinado recurre a diferentes procesos para hacer más evidente su visión: Degrada sus fotos para expresar el paso inexorable del tiempo y la descomposición. Utiliza los desenfoques y largos tiempos de exposición para extraer lo aparente y acercarnos a la utopía romántica del ensueño, el surrealismo y la nostalgia. Sus personajes o sus autorretratos en “El tejido de los sueños” o en “Vendaval” -
casi siempre femeninos- emergen como lo hacen las imágenes casi olvidadas de un sueño pasado o de una película quizás nunca vista e inquietan como una desconocida respiración a nuestra espalda. Todo ese misterio se hace irresistible y nuestro imaginario comienza entonces a contarnos historias que ya no recordábamos.

En un segundo periodo de trabajo, tras un largo periodo de estudio y años de búsqueda personal a través de la danza, del cuerpo, del movimiento y sobre todo de la respiración, vuelve a la fotografía adentrándose en la naturaleza para inspirarse del modo de ser de esta y aprender a mirar su belleza y desvelar su poesía. De ahí nace El paisaje ConMovido y Diálogos con el paisaje.

                                                                                                                                                                                                            AGB